Hace unos años escribí una historia de amor desarrollado en los campos de concentración. Esto fue como parte de una tesis de un curso que hice, el guion lo tengo guardado y me alegro que fuera una de mis primeras escrituras.
Leyendo algunos artículos por internet, grande fue mi sorpresa al encontrar una historia parecida sobre un tatuador en los campos de concentración que conoció a su amada y le grabó el emblemático número con que se identificaban a los prisioneros en estos campos de exterminio. Entre ellos surgió un amor que venció las sombras de muerte en la época de guerra.
Puedes leer al artículo que leí aquí:
Seguro volveré a la reescritura de las novelas que escribí en el pasado y almaceno en el computador, hay otros ojos que solo el tiempo ayudó a cambiarlos, las historias no son iguales, todo cambia por las situaciones que pasamos y las personas que conocemos, siempre hay un aprendizaje. Es lo fascinante de ser humanos y de descubrir la vida.
Evaluando mis historias volví a leerla hace poco y tras pasado seis años te das cuenta lo mucho que pueden cambiar tus ideas. Lo mismo puedes aplicar en tus propias creaciones, volver a algunas ideas que tenías pensado hacer, proyectos, etc; recoger lo que se puede cambiar o empezar de cero. Siempre escribimos nuestra historia, la idea es que sea en una nueva hoja, con una nueva tinta y sin errores que cometiste en el pasado.
Es otra semana para seguir y depende de nosotros aprovechar el tiempo. La novela de nuestra vida continúa.